14 de octubre de 2011

PURA SABIDURIA DE LA TIERRA: CARTA DE TORO SENTADO AL PRESIDENTE FRANKLIN PIERCE

Famosa carta de Toro Sentado al presidente de EE.UU.
(Vale la pena leerla entera)
"El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe de Washington podrá confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrán confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas.
¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podríais comprarlos a nosotros? Lo decimos oportunamente. Habéis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.
Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia. "Por eso, cuando el Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que nos reservará un lugar para que podamos vivir cómodamente entre nosotros. El será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras.
Más, ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daréis a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermano sino su enemigo. Cuando la ha conquistado la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras sí sólo un desierto.
No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizá sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el orzar de las alas de un insecto. Pero quizá sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oídos. ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cala del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos.
El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizante, se ha vuelto insensible al hedor. Mas, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. Y, si os vendemos nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podrá llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.
Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir. ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas entre sí.
Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos.
Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.
Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa con el -de amigo a amigo no puede estar exento del destino común-. Quizá seamos hermanos, después de todo. Lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco descubrirá algún día: que nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensáis quizá que sois dueño de nuestras tierras; pero no podéis serlo. El es el Dios de la humanidad y Su compasión es igual para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para El y el causarle daño significa mostrar desprecio hacia su Creador. Los hombres blancos también pasarán, tal vez antes que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama, moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre de piel roja con algún propósito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes. ¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así termina la vida y comienza la supervivencia..."

11 de octubre de 2011

MENSAJE DE LOS HUMANOS

El pasado mes de Septiembre tuve la oportunidad de conocer un lugar muy especial de nuestro planeta. En este lugar, entre la frondosa vegetación de la Mata Atlántica, hay una pequeña población alrededor de la cual se agrupan en comunidades grupos de personas conviviendo en armonía con la Naturaleza que les rodea. Algunas de estas comunidades se enfocan en la sanación a través de la energía, otras en las artes circenses, otras en la música... cada uno desarrolla aquello que le hace vibrar y entre todos luego comparten.
Durante mi estancia allí un montón de encuentros mágicos ocurrieron y pude darme cuenta de que me hallaba en uno de los lugares más alegres que he visitado nunca. Allí las plantas y los árboles emanan alegría, los animales domésticos y libres se ven claramente alegres, disfrutando de la vida, y los humanos, con un tipo de vida no tan peregrino como podamos pensar desde nuestras casas en Occidente conviven fácilmente con todas la demás especies, respetándose e irradiando también ellos alegría. Daba igual el momento del día, la ocasión o la compañía, en todo momento por los caminos de arena roja que hacen las veces de calles en ese lugar, respirabas la alegría.
El último día antes de mi partida pedí ver a Leo, el chamán de la comunidad, quería que me hablase de mi salud, mi corazón estaba comportándose de una manera extraña y había decidido ir a revisarlo nada más volver a España, pero quería también tener la opinión de Leo, le conocía y me merecía tanto respeto como a los habitantes del lugar.
Mi conversación con Leo fue larga y profunda, a veces muy personal. Esta parte de su mensaje resuena aún  con fuerza en mi:
"Somos responsables de nuestra propia alegría, es lo único que la Tierra necesita de nosotros. Debemos cultivar y cuidar nuestra alegría, permitir que siempre arrope nuestro corazón. Que esa sea tu  celebración de la vida, la manera de agradecer el maravilloso regalo que es estar aquí. 
Es lo único que todos los demás seres que nos acompañan necesitan de nosotros. 
Y la verdadera alegría se alcanza al estar en contacto con la propia esencia. Expresar la verdad que somos, iluminar con ella nuestro alrededor, nada proporciona más alegría que ser quien eres, en paz contigo mismo y con la Naturaleza.
Nadie más es responsable, solo tu eres responsable de iluminar cada día tu vida y el mundo con tu alegría"
Su mirada oscura y brillante al mismo tiempo me miraba risueña mientras le escuchaba. En ese momento un lagarto entró en el tipi en el que estábamos reunidos y se paró junto a nosotros, mirándonos y escuchando nuestros corazones. "Así está bien" dijo, y salió fuera a jugar con la tierra... nunca antes había visto un lagarto jugando... me di cuenta que estaba alegre; como todo allí, vivía su vida con alegría y así la convertía en un juego constante.
Casi nos hemos olvidado, los humanos somos también animales. Cuando recuperamos nuestra conexión con la Naturaleza y nuestra esencia nos convertimos en los seres maravillosos que hemos venido a ser, uno más con todos y con todo. Un magnífico ejemplar de la belleza que encierra la vida en este maravilloso planeta Tierra. Desde ese estado nos llega este mensaje hoy a CREA VIDA. ¡Que lo disfruteis!

2 de octubre de 2011

TODO LO QUE ESTÁ VIVO SE COMUNICA

Es una pregunta recurrente por parte de quienes se interesan por la comunicación con animales y entre especies si todos los animales pueden comunicarse a través de este lenguaje.
En especial me preguntan mucho sobre la comunicación con gatos, o con insectos y a muchos se les ponen los ojos en blanco cuando les digo que no solo ellos sino que también las plantas e incluso las piedras se comunican.
Todo lo que está vivo se comunica. Todos somos energía y la energía siempre contiene información, todo puede por lo tanto tomar conciencia de si mismo (de hecho el ser humano está ahora mismo en ello) y a través del intercambio energético comunicarse. Es así de sencillo.
Hay por lo tanto mucha más vida de lo que podamos en un principio pensar. Pero ahí está la puerta que la comunicación entre especies nos abre, o mejor dicho el portal, porque las puertas siguen surgiendo una tras otra según avanzas tu camino a través de esta comunicación universal entre todos los seres vivos.
Pero volviendo a la comunicación con los animales. Me llama la atención que tanta gente dude sobre la capacidad de los gatos a comunicarse cuando precisamente, por su increíble manejo de la energía, suele ser uno de los animales que con más facilidad se hace entender. Por otro lado, los bloqueos energéticos de nuestros canales de comunicación se deben a nuestros sistemas de creencias y miedos, no a la capacidad del animal para comunicarse, si tengo recelo a los gatos o reniego de lo que arquetípicamente representa me resultará muy difícil recibir sus mensajes y es posible que llegue a pensar que el animal no se comunica, pero el problema está en mi.
Lo mismo ocurre con los insectos, sumado al hecho de que la mayoría de los humanos no les considera ni siquiera animales, pero lo son. Y no solo se comunican si no que tienen cosas muy interesantes que decir.
Otra de las razones de que no captemos un mensaje o lo desfiguremos es la incapacidad de concebir que nos estén hablando de ese tema concreto, por lo tanto, si una hormiga comienza a hablarme de sus antepasados pero yo no la creo capáz de hacerlo no recibiré el mensaje o, lo que reciba, lo desvirtuaré. Es por ello que resulta de vital importancia en la comunicación telepática, sobretodo para nosotros, aún aprendices de esta herramienta infinita y que todo lo abarca, ser humildes y estar siempre dispuestos olvidarnos de nuestras creencias y valores personales a la hora de la comunicación, solo así dejamos el espacio suficiente para que el otro exprese quién y cómo es.

MARÍA VICTORIA SIMONA
Comunicación y Terapias para animales y sus personas